Tal vez caminábamos hacia el vacío pero eso sí, elegantemente vestidos de frivolidad, con una pose y una sonrisa perfecta. Cubiertos de toneladas de superficialidad no queríamos ver ciertas realidades de la vida, o quizás era más fácil mirar hacia otro lado y aparentar en vez de ser.
1. ESE PEOR MOMENTO QUE ESTÁS VIVIENDO PODRÍA CONVERTIRSE EN EL MÁS VALIOSO DE TU VIDA
Por eso supongo que antes se decía pienso luego existo y ahora estamos en la era de comparto luego éxito. Sin embargo, todo tiene su momento en la vida y el universo -con toda su sabiduría- de pronto ha decidido que es hora recibir una lección de humildad; dándonos un bofetón de realidad, nos quita la tontería exponiendo y demostrando nuestra fragilidad.
Al menos en mi vida el destino parecía tenerme guardadas ciertas lecciones en momentos concretos. De pronto, en el momento más inesperado, como ese primer rayo que nos sorprende, apareció la tormenta perfecta donde, como un agujero negro, se tragó toda mi vida y, como en un naufragio, ni siquiera dejó los restos de una vida pasada.
No ocurrió solo una vez porque al parecer no aprendí del todo a la primera y, años más tarde, volvió a suceder. El universo me puso a prueba, me examinó de nuevo, arrastrándome a los infiernos, hasta que mi mundo se derrumbó por completo. Pero las grandes tormentas de la vida también traen grandes lecciones, además de llevarnos a lugares que jamás hubiésemos llegado por voluntad propia con un mar en calma.
► Toda historia de superación viene precedida por un drama
Mirando atrás, aquellos que parecían los peores momentos de mi vida, se convirtieron en los más valiosos. Hoy en día reconozco y doy gracias por todo lo sucedido porque si no hubiese sido por aquellas tormentas, no hubiese ocurrido todo lo maravilloso que la vida ha traído después. Aunque sé muy bien que es difícil encontrar el sentido cuando hay cosas que no lo tienen y nos hacen sufrir.
Inicialmente poco podemos hacer ante esas circunstancias, apenas podemos escoger cómo sentirnos, porque de forma automática provocan una serie de inevitables emociones que pueden ser de miedo, impotencia, rabia o desesperación.
Pero aparte de asumir el poco recomendable papel de víctimas, algo que siempre podemos hacer -y tal vez sea lo único- es responsabilizarnos de nuestras reacciones, asumir con madurez nuestra respuesta ante lo que sucede. Esa es la verdadera capacidad que tenemos a nuestro alcance.
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Con el tiempo llega un momento en el que aprendes a observar las tormentas con admiración, a descubrir el mensaje que se esconde tras ellas. Es cuando convertimos cada tormenta en una oportunidad, en una lección de superación y crecimiento que nos puede revelar muchas cosas sobre nosotros y sobre la propia vida.
Lo cierto es que toda historia de superación viene precedida por un drama. ¡Ya lo siento! Pero si no hay drama, no hay historia de superación. Las grandes crisis y desgracias nos muestran el verdadero valor de las cosas, reordenan todas nuestras prioridades, nos ayudan a distinguir entre lo que parece importante y lo que realmente lo es, a diferenciar lo superficial de lo profundo. De pronto, la vida nos sacude, despertamos y nuestros valores y prioridades cambian totalmente.
2. POR DESGRACIA, DESCUBRIMOS EL VALOR DE LAS COSAS CUANDO LAS PERDEMOS
Ocurre tanto con el tiempo como con las personas, tal vez sea que somos incapaces de valorarlas mientras las tenemos. Tal vez porque el ser humano se ha convertido en un animal incompleto que siempre quiere lo que no tiene. Esa insaciabilidad es la que nos impide ser más felices, nos hace seguir persiguiendo algo más, impidiéndonos valorar o disfrutar del presente; vivimos a la espera, como si el objetivo fuese llegar a otro lugar supuestamente mejor, pero el propósito no es llegar, es el propio viaje.
Tal vez el destino a puesto este Coronavirus en nuestro camino para despertar, para darnos cuenta que nuestra manera de vivir nos lleva por mal camino, que tal vez estamos persiguiendo las cosas incorrectas; porque no son las cosas las que nos llegan al alma, sino las emociones más puras, los momentos de profunda conexión humana, porque el amor y la amistad son lo más valioso y tal vez lo único que tenemos.
► Demos el valor que se merece a la necesaria conexión humana
Toda esta situación nos enseña que la verdadera victoria de la vida es cuando surge esa química emocional que nos conecta, que nos une; cuando surge la empatía en la que te identificas con otra persona, cuando compartes, contribuyes y ayudas, cuando comprendes y te sientes comprendido, porque entonces la vida cobra verdadero sentido.
Llegará la primavera y pasará, llegará el verano y pasará, y esta terrible situación también pasará. Pero espero que aprendamos alguna lección de todo esto porque no sé cuántas oportunidades más nos dará nuestro delicado planeta… Aunque en realidad los delicados somos nosotros, porque ya hemos visto que sin nosotros el planeta se recupera al instante.
Este aviso para todos nosotros espero que sirva para dejar de estar tan ensimismados y estar más atentos a nuestras relaciones, a la familia y los amigos, a la necesaria conexión humana. Son estos momentos cuando nos damos cuenta de que ellos no te recordarán por cuánto les impresionaste, ni por tus títulos, tus logros ni tu posición, y que tu trabajo no va a cuidar de ti en los malos momentos, pero tus amigos y tu familia sí.