La transformación digital en sí no existe y durante esta pandemia ha quedado más que demostrado. Los usuarios buscan productos y servicios que respondan a sus necesidades de la manera más eficiente posible sin importar el status digital en el que las compañías que se lo ofrecen se encuentren. Con cifras record de consumo de Internet en nuestro país, ventas disparadas de Amazon y nuevos modelos de negocio que han llegado para quedarse, todo esto ha supuesto un acto de fe a marchas forzadas para muchas compañías españolas.
En un horizonte más que preocupante para la economía global, no viene mal centrarse en los pocos aspectos positivos que nos ha arrojado esta terrible situación. La “confianza ciega” en el trabajador ha sorprendido a todos menos al propio trabajador. ¿Ha supuesto el teletrabajo el desastre productivo que muchas empresas temían antes de la pandemia? La respuesta en la mayoría de los casos ha sido un rotundo no. No es menos paradójico el despliegue de medios, procesos y plataformas tecnológicas que muchas empresas han adoptado en tiempo récord, esas mismas compañías que llevan años intentando aplicar aquello que llamamos transformación digital. ¿Quizás teníamos un miedo injustificado al cambio? ¿Ha hecho falta una pandemia de esta magnitud para darnos cuenta? Seguramente cada uno habrá sacado sus conclusiones.
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Pero quizás lo que más llama la atención dentro de esta digitalización a marchas forzadas ha sido el emerger del lado más humano del trabajador. En una situación donde la distancia social prima por encima de todo, cuando uno de los fuertes de una oficina es el propio hecho de socializar, muchos compañeros de trabajo han conocido más que nunca a nivel personal al prójimo, han dado y recibido ayuda y han compartido miedos, dudas e incertidumbres frente a ERTEs, despidos o caídas de ingresos. Algunos se han visto más las caras estos días a través de una pantalla que en su espacio físico en los últimos años.
Ahora llega el momento de la desescalada. En las diferentes fases nos iremos sumando a mayor o menor velocidad a la llamada nueva normalidad y cabe decir que es necesario hacerlo. Muchos sectores requieren de un servicio presencial síncrono, especialmente en un país en el que la hostelería y el turismo están prácticamente unidos a nuestro ADN. Pero también es cierto que otros muchos sectores no precisan de dicha presencia física. Si hemos sido capaces de ser más productivos, eficientes, conciliadores y más humanos en un momento tan trascendental de nuestra vida laboral, ¿por qué desescalar también lo poco positivo que hemos sacado de todo esto?
Agustín Carbajo es director de Inbound Marketing y responsable de estrategia global de Antevenio